El silencio de cientos de vecinos y visitantes se entrecortaba anoche con los peculiares cantos que anunciaban la entrada de los 12 pelegrins y el guía a les Useres, tras haber renovado su promesa penitencial con la subida hasta Sant Joan de Penyagolosa. La llegada a un templo parroquial abarrotado de gente, concluía la peregrinación anual en la que como de costumbre se pidió salutem et pacem et pluviam de caeli.

Las vivencias, sentimientos, posibles reconciliaciones y alguna que otra vuelta a la espiritualidad marcaron para los peregrinos la noche del viernes, en el santuario que alberga la imagen románica de San Juan Bautista. Una velada de oraciones y peticiones en un ir y venir desde la cueva -donde dormían- hasta el ermitorio.

El acto del perdón, en la mañana de ayer, fue una de las celebraciones más importantes de esa promesa anual. “Un momento en el que los pelegrins se sinceraron y se atrevieron a revelar disputas, rencillas, enfrentamientos o dificultades por las que han pasado”, manifestó uno de los que ya vivieron con anterioridad esa profunda experiencia de “fe y compromiso”. Después, el culmen a ese gesto de “reconciliación” terminó con el besapiés, por parte de los protagonistas, simulando el lavatorio que Jesucristo llevó a la práctica en la Última Cena, junto a sus discípulos.

RITUAL // Continuando con el ritual propio de la peregrinación, la comitiva abandonó el Penyagolosa ayer sábado al mediodía, para después pasar por Xodos. Las paradas en el Corral Roig y el Corral Blanc fueron las últimas estaciones de un largo camino que transcurrió por unos 70 kilómetros, entre ambas jornadas. El silencio y la conmoción marcaron anoche la esperada llegada de los penitentes a les Useres. Una vez más se cumplió la promesa que siglos atrás iniciaron sus antepasados y que ahora espera, además, ser declarada Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. H