Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Y si ya no hay el respeto al toro, eso repercute en la fiesta. Demasiado asfalto están pisando los astados esta semana en Almassora. Los aficionados de balcones y burladeros agradecen la visita de los ejemplares a sus viviendas, que para eso el festejo se denomina bou per la vila, pero todo tiene su justa medida.

La calle Colón, que conecta el raval de la Trinitat con la plaza Doctor Fleming, volvió a cotizar alto en la quinta de la feria taurina del Roser, en la que ayer se exhibieron tres animales. El primer Lagunajanda de los dos exhibidos ayer tarde, número 69 y aportado por las peñas El K-nut, Desfase y la Kripta, compartió aplausos con Raulillo en la zona media de la plaza Mayor, donde basó la mayor parte de su actuación.

No corrió la misma suerte Catalán, al que los rodadores no entendieron y dieron caña sobre el alquitrán a pesar de sus múltiples caídas. Cayó el Gerardo Ortega nada más tocar asfalto en su encuentro con Richard, en La Picaora, bajo la atenta mirada de la reina, Laura Alguacil, y sus damas. Sin embargo, en lugar de mimar al astado financiado por El Rollet, La Fuga, La Travessa, l’Emboscà, Pitufes y Numereu-vos, se aprovecharon de su nobleza.

Fanfarrón fue el tercero de la tarde, un Lagunajanda número 40, que presumió sobre el recinto taurino, en el que dejó buenos detalles. El de procedencia Domecq realizó una buena salida repitiendo con Borja a la rodada y tuvo movilidad por lo que, se lució El Comboi con su patrocinio. H