La puntualidad en los toros no es una costumbre, pero en Almassora es una obligación. Por eso cuando, a las 17.00 horas del martes, momento anunciado para soltar el primero de la tarde, seguía sonando la charanga se oyeron los primeros pitos. Los silbidos fueron en incremento hasta que a las 17.04 horas la música paró en seco. Pidieron permiso para abrir la puerta y, casi 10 minutos después de la hora fijada, salió la sorpresa por la puerta de chiqueros: una vaca.

El momento surrealista tenía explicación. Y es que las guías de los dos toros acartelados se quedaron en el camión tras el desembarque, impidiendo la autorización de la Policía Autonómica para su suelta. Los corrillos se multiplicaban en la plaza Mayor mientras salía otra vaca de chiqueros y la tablilla de Quitafaroles seguía colgada en la fachada anexa a corrales.

A las 17.48 la puerta se abría por tercera vez pero, por fin, para recibir al de Arcadio Albarrán papeles en mano, que apretó a los rodaors, con Raulillo y Rafa Lorite haciendo los honores como patrocinadores del K-nut que lo financió junto a Sant Roc, El Duro, El Desfase, La Gleva, La Kolva, La Trama, La Priva y La Trieka.

Buena salida que recompensó a peñistas y aficionados de la espera e incertidumbre. Y el entuerto se saldó con una gran ovación. El animal estuvo noblón con Patricio, quien le sacó tres quiebros.

La actividad se trasladaba a la Picaora, al igual que la reina y las damas. A las 18.25 horas salió Papeleta. El astado de Carlos Núñez, aportado por la ACT La Picaora, no quiso historias con Julián Marín y prefirió enfilar por la calle Mayor. Basó parte de su lidia en la parte trasera de Ca la Vila, donde respondió a las suertes.