Nadie se quedó sin su cassoleta de arroz ayer en Almassora. Y eso que fueron más de 8.000 los vecinos y visitantes que participaron en Les Calderes, fiesta declarada como interés turístico provincial, en el día grande de los festejos de Santa Quitèria.

Una cita en la que, además, el alcalde de la localidad, Vicente Casanova, hizo entrega de la Caldera de Honor, el máximo distintivo de la población, al empresario Fernando Roig, quien recordó su relación con Almassora desde 1977 y el trabajo que le une a ella a través de la firma Pamesa.

Un reconocimiento que pretende poner de relieve la labor “de una persona que emplea a más de 700 vecinos en una firma ubicada en nuestro municipio”, incidió Casanova. El consistorio también entregó a Cáritas un cheque bancario por importe de 4.153,95 euros obtenidos de la venta de cintas y pañuelos de la romería del domingo 10 de mayo.

La fiesta comenzó temprano y durante la mañana un total de 22 calderas, como manda la tradición, se fueron cocinando al aire libre en la plaza Pere Cornell. Mientras tanto, en el almacén municipal, los cocineros elaboraron desde primera hora una veintena más para dar respuesta a la alta demanda que registra este evento todos los años y que recuerda cómo, en sus inicios, se repartía el plato de arroz entre los más pobres de la población.

Grupos de voluntarios se encargaron de llevar la cazuela de barro a los domicilios de personas enfermas o ancianos. Sin embargo, fue pasadas las 14.00 horas cuando se inició oficialmente el reparto del arroz de las calderas que, previamente, fueron bendecidas por mosén Vicente Agut.

También numerosos políticos se adhirieron este año al acto en plena campaña electoral. Entre ellos, el presidente de Les Corts, Alejandro Font de Mora; el conseller Máximo Buch; el presidente de la Diputación, Javier Moliner; así como la corporación municipal de Almassora al completo y candidatos de los partidos locales que aspiran a la alcaldía. H