Los figueroleros se vistieron ayer de fiesta para venerar, como cada lunes de Pentecostés, al Santíssim Crist del Calvari en una jornada que congregó a cientos de personas, no solo del municipio, sino también de los pueblos del alrededor. Y es que los oriundos del lugar regresaron para acompañar a la venerada imagen hasta el emblemático ermitorio, ubicado a las afueras de la población.

Los balcones, con sus coloridas flores de primavera y los tapices, antecedieron a una fiesta muy querida. La jornada comenzó con un volteo general de campanas. A media mañana, tuvo lugar la solemne eucaristía presidida por el párroco del municipio, Héctor Samuel Calvo, y concelebrada por varios sacerdotes.

Sin embargo, la procesión de la noche fue el acto más participativo. El silencio de los fieles, entrecortado por el sonido procedente de la torre de la iglesia, precedió a la salida de la imagen por la portalada de la parroquia de Sant Mateu Evangelista. Delante, los niños que este año recibieron la primera comunión. A la llegada al ermitorio, cantaron los gozos y se disparó un castillo pirotécnico. Después, los asistentes regresaron de nuevo al templo para devolver la imagen.