La ermita de Sant Josep de Forcall, ubicada en una entrada del municipio y que data de 1686, se encuentra en grave peligro de derrumbe. El templo, cuya titularidad es del obispado de Tortosa, está cerrado desde hace 32 años. El paso del tiempo ha hecho mella en el inmueble, hasta llegar a un estado crítico, por lo que incluso ha tenido que ser vallado para prevenir accidentes.

El edificio se encuentra en una zona de esparcimiento, así que el Ayuntamiento ha establecido un cordón de seguridad para evitar que los desprendimientos dañen a las personas que suelen sentarse en el soportal de la entrada. Desde hace décadas, la restauración está en los planes de muchas administraciones, pero nunca ha llegado a materializarse.

El alcalde, Santiago Pérez, alude a las reuniones mantenidas: «con el Consell bajo gobiernos de diferente signo y, con la Diputación, pero hasta el momento nunca se han concretado las ayudas». Firmaron un plan para financiar la reforma entre las administraciones provincial y autonómica y la diócesis, pero quedó disuelto hace seis años.

El munícipe añade que el techo «está en mal estado, el agua de lluvia se filtra con facilidad y las pinturas interiores se pierden». La bóveda del portal de acceso sufrió derribos hace unas semanas. Mientras, el titular del edificio, el obispado de Tortosa, sigue buscando financiación para poder reformar el templo.