El nuevo grupo inversor de Golf Sant Gregori y los propietarios de terrenos a favor del PAI disponen de más del 60% de los 2,5 millones de metros cuadrados del futuro proyecto. Con estas condiciones, el agente se asegura ser urbanizador Golf Sant Gregori.

Hasta la fecha, el Ayuntamiento tenía conocimiento de los movimientos producidos en el seno de la sociedad que pretende reactivar la operación con la compra de tres cuartas partes de los créditos que acumulaba, por parte de Burriana Assets Investment (BAI), para tirar hacia adelante el plan.

Ahora se da un paso más, ya que el consistorio tiene un escrito de la asociación de Propietarios pro Golf Sant Gregori en el que muestran su apoyo a la empresa. Con ello evidencian que hay una conveniencia de actores en el proceso para avanzar.

Ambos trabajan conjuntamente para que, tras casi dos décadas, las máquinas entren y comiencen las tareas en el primer trimestre del 2019. En el último año se intensificaron las gestiones que fructificaron con la adquisición de la deuda por parte de los inversores y, tras ello, con el respaldo de los propietarios.

IMPULSO // En el documento presentado el colectivo de dueños alude que representa al 30% del suelo afectado por el PAI, es decir, casi un tercio de los 2,5 millones de metros cuadrados a construir. A esa cifra hay que sumar las parcelas en poder del grupo inversor BAI SL (32%) y el 9% en manos del Sareb. Se hace patente así el impulso que quieren dar a la propuesta urbanística que contempla en su interior la instalación de un campo de golf de 18 hoyos, ubicado en la zona más próxima al paraje natural municipal del Clot de la Mare de Déu.

legislación / Por otro lado, a finales del próximo año entrará en vigor una nueva normativa medioambiental que va a ser más restrictiva y eso podría suponer que la iniciativa se viera afectada por el Pativel. También tendrían que modificar el planeamiento urbanístico y, por lo tanto, revertir los terrenos a rústicos para volver a realizar un procedimiento que lo retrasaría todo dos años. Por ello, las gestiones son a contrarreloj para dar el empujón decisivo que el PAI precisa y empezar a convertirse en realidad.