A un año de las elecciones municipales, Manel Martínez (PSPV-PSOE), que tomó el relevo de la independiente Carmen Navarro al frente del Ayuntamiento de la Vilavella en junio del 2017, es consciente de que le faltará tiempo para ejecutar un proyecto de legislatura muy ambicioso.

--Le queda un año de mandato y asumió la alcaldía hace doce meses. ¿Se puede dejar huella en la gestión en ese tiempo?

--El tiempo, cuando estás en un consistorio, se queda muy corto en una legislatura completa, y en dos años mucho más. Llevamos exactamente ese tiempo intentando sacar adelante proyectos como el tanatorio municipal, pidiendo permisos y, a lo mejor, lo veremos al final de la legislatura. Si tienes un programa ambicioso, cuatro años no dan para lo que nos habría gustado.

--Aun así, defienden que el municipio ha cambiado mucho en este tiempo. ¿En qué se fundamenta esa transformación?

-Pues en todas las ideas nuevas que teníamos el equipo que entramos a gobernar en el año 2015. El Ayuntamiento funcionaba desde hace muchos años de una manera obsoleta. Nosotros le hemos dado un nuevo aire.

--Y en la calle, ¿en qué se ha notado ese cambio?

-La Vilavella ha cambiado sobre todo en promoción. Se conoce mucho más por las trincheras, la vía ferrata, la mina, o por otras cosas más allá de las fiestas tradicionales o el balneario, que son valores que se tienen que poner en relieve. Pero nos habíamos olvidado del resto, estaba oculto. Lo que hemos conseguido ha sido visibilizarlo y potenciarlo.

--Con 12 meses por delante, ¿cómo le gustaría completar su proyecto político al frente del consistorio de la localidad?

-Pues, sobre todo, consolidando propuestas que ya están en marcha. En cuanto a infraestructuras, tenemos la adecuación del cementerio para dejarlo preparado para los próximos años, de manera que se puedan utilizar los columbarios y que haya nichos suficientes a disposición de los vecinos. Por supuesto, está el tanatorio. Aunque también me gustaría que la plataforma peatonal que comunicaría Nules y la Vilavella estuviera preparada, sino iniciada. Y estamos trabajando mucho para que las fiestas patronales de Sant Sebastià sean declaradas de interés turístico.

--En el cambio de gobierno, ¿ha habido transición? Al fin y al cabo se trata de dos partidos que tenían programas diferenciados en su hoja de ruta a seguir.

-La línea durante este año ha sido muy similar a la que llevábamos hasta entonces. Asumimos un programa de mandato entre los seis concejales que formamos el equipo de gobierno y hemos trabajado juntos para cumplirlo. Que haya cambiado la persona que encabeza el Ayuntamiento no ha sido lo más significativo. La evolución ha sido natural, y si se ha notado o no, es algo que deberían de decir los vecinos.

--Pero estamos en año electoral, cuando todos los partidos plantean estrategias para posicionarse de cara a los comicios. ¿Afectará a su gestión este hecho?

-Yo creo que se notará en que el resto de partidos se moverán, todos querrán ponerse delante, pero a nivel de funcionamiento municipal no se notará, porque tenemos las líneas muy claras. Hemos cogido velocidad y todos sabemos lo que debemos hacer, los proyectos que tenemos en mente y el papel a jugar por cada uno. Será así, buscando el bien común.

--¿Es más sencillo coordinar un bipartito en un pueblo pequeño?

-Puede parecer más sencillo a la hora de hacer equipo. Somos poca gente y tenemos más facilidad para organizarnos y buscar tiempo. Aunque a su vez, nadie tiene dedicación exclusiva. Todos tenemos nuestro trabajo fuera del edificio consistorial. Tenemos un técnico y un ingeniero que solo vienen una vez al mes, no tenemos técnico de turismo, ni asesores, la mayor parte de las veces debemos suplir su trabajo los concejales. Pero compensamos la falta de recursos con ingenio.

--Los vecinos quieren lo mismo que los de cualquier municipio más grande, pero su presupuesto es mucho más pequeño. ¿Se puede lograr el equilibrio?

-Lo intentamos. Si no hay recursos, hay ingenio. Prometimos que haríamos un local multifuncional, pero no teníamos dinero para hacer un edificio nuevo. En contrapunto, teníamos la cubierta del campo de fútbol y pensamos que la mejor manera de optimizar nuestros propios recursos era construir los laterales. Hemos aprovechado una infraestructura que ya estaba hecha y los vecinos tiene más y mejores servicios.

--Podría decirse que han hecho lo mismo con el patrimonio, una de las apuestas más visibles de cara al exterior de estos años.

-Hemos trabajado mucho en este sentido, porque la economía lo mueve todo. El turismo trae dinero y el dinero hace que un pueblo se revitalice, tenga más dinamismo. Acciones como la que ejecutamos en el barrio dels espardenyers, solo pintando las paredes, que ha supuesto una inversión muy pequeña, ha tenido su efecto. Los vecinos empiezan a copiar esta idea, porque ven que, de esta manera, su localidad es más bonita y, así, más atractiva.

--De sus proyectos prioritarios, ¿qué les queda por hacer?

-Tengo la sensación de que, a pesar de lo mucho que hemos trabajado, se quedan planes importantes a medias. Creo que el tiempo ideal para llevar a cabo un proyecto político son ocho años, porque desde el 2015 no he tenido tiempo de mover el tema de las líneas de alta tensión, algo importante para los vecinos. Otras iniciativas que ya están encauzadas son la recuperación del Castell, a través de una subvención europea, la construcción del aparcamiento de camiones, el desarrollo de PAI de la Pedrera, que está muy avanzado... A estas alturas, solo demandaría más tiempo.