Combinando grandes dosis de humor y osadía, las mujeres toreras de Sant Jordi saltaron, un año más, al ruedo para medirse con las vaquillas de la ganadería de Fernando Mansilla. Las reses, briosas y bravas, pese a su tamaño, no defraudaron y en más de una ocasión obligaron a las féminas a estar al quite para no sufrir un revolcón.

Menos suerte corrió Rosita Lluch, considerada ya, por méritos propios, maestra en el arte de la tauromaquia. La veterana torera sufrió una caída justo antes de empezar el encierro, al intentar realizar el desencajonamiento del manso. Un traspiés en la rampa del camión que transportaba al animal que se quedó, por suerte, en solo un susto y la popular diestra septuagenaria dejó constancia de su arrojo y valentía.

La reina de las fiestas, Alba Pablo, y la dama de honor Lara Cruselles también apuntaron maneras como novilleras. Ambas hicieron gala de su osadía y demostraron que la cantera sube bien preparada y dispuesta al relevo. La protección de Sant Jaume estuvo más que presente cuando alguna de las vaquillas se coló entre las barreras y causó cierto revuelo entre el público. H