«La vaca ha dicho que quiere ser libre y a mí me parece bien». Así valoró ayer la vicepresidenta del consell, Mónica Oltra, en una conversación con la alcaldesa de Burriana, María José Safont, tras una rueda de prensa, la situación de incertidumbre que se vive en la ciudad desde que, hace ya más de una semana ---el domingo 3 de septiembre--, se escaparan dos reses de los corrales del recinto taurino y solo se haya recuperado una hasta el momento.

Lo hizo después de que la alcaldesa, Maria Josep Safont, reconociera que no se sabe nada del ejemplar desde hace varios días. «Tenemos suelta una vaca que no ha visto nadie. Por desgracia o por suerte no ha habido ningún avistamiento ni ningún contacto de ninguna persona que nos haya facilitado información», dijo.

Safont indicó que «continúan las tareas de búsqueda tanto desde las brigadas de la Guardería Rural como desde la Policía Local». Y añadió que «ahora que ya se han acabado las fiestas los miembros de la Comissió del Bou retomarán la búsqueda».

NI RASTRO

De este modo se evidenció que, a pesar de que se han traído perros de distintas ganaderías de Teruel o mansos, ello no ha servido para encontrar el mínimo rastro de una res de la que, deseó, «se encuentre pronto».

La primera edila explicó que confía que «esté camino de su ganadería o tumbada debajo de un árbol». «No puedo decir nada más porque no la ha visto nadie».

Lo último que se sabe del animal es que escapó junto con otra vaca por la puerta trasera de los corrales nada más descender del camión. La ratera también estaba abierta y por ahí pasaron al recinto taurino y, después, hallaron también abierta la ratera de la calle Major, último obstáculo hacia su libertad. Uno de ellos fue en dirección al mar por les Alqueries de Santa Bárbara, a la altura del camino Marjalet, desde donde ya se le perdió la pista.

A la mañana siguiente, se encontró y capturó una de las vacas en una fábrica de mobiliario de la carretera Burriana-Vila-real y desde entonces ya no hay más noticias de la vaca perdida, aunque se cree que podría haberse refugiado en los 2,5 millones de m2 de huertos afectados por el proyecto del PAI Golf Sant Gregori.