Una de las puertas del almacén municipal de Burriana es el lugar del que cuelga, desde hace varios años, la gran farola que se instaló en la remodelada plaza de la Mercé. Se presentó como parte de la innovadora actuación y estaba suspendida de las paredes de los edificios que cierran el ágora.

Pero algo falló. Nada más instalarla, llegó una jornada de fuerte viento y, entonces, quedó de inmediato en entredicho su estabilidad, con el consiguiente riesgo que significaba para los viandantes. Ese fue el motivo por el que, de inmediato, fue retirada y ya no se ha vuelto a utilizar más.

Sin usos a la vista

Las características de este objeto decorativo no han permitido darle ningún uso hasta el momento, pero lo que queda claro es que no puede estar almacenada de manera indefinida. De ahí que el edil de Vía Pública, Vicent Aparisi, apuntara que «alguna utilidad tendremos que darle, pero aún no sabemos cuál. Tenemos que estudiarlo porque no es fácil, dadas las grandes dimensiones”.

Aparisi dijo que la farola es «un ejemplo del despropósito del gobierno anterior y, ahora, tenemos que buscarle una salida que, por el momento, desconocemos».

Aunque pudiera parecerlo, la farola no forma parte de las obras ganadoras del certamen de escultura que durante una década organizó Burriana y que sirvió para decorar algunas plazas de la localidad (Sant Blai, Instituto Jaume I, carretera del puerto, ...). Esta se integró en el diseño del arquitecto encargado de la remodelación de la plaza la Mercé, el mismo que ideó la colorida calle Sant Vicent. Esta segunda obra precisó de varias actuaciones e ingenio para sustituir unos semicírculos de colores del suelo por piezas circulares planas insertadas a la misma altura que los azulejos para evitar las caídas de viandantes. La primera, la farola, todavía sigue esperando algún uso.

Una sola noche

La polémica obra tuvo un coste de 12.000 euros y únicamente alumbró una noche. Al día siguiente, ya fue retirada.

De ella cabe destacar que fue diseñada por José Durán expresamente para ser colocada en el Corralot, a la entrada principal de la iglesia de la Mercé de la localidad. A pesar del poco tiempo que estuvo suspendida, desde el primer minuto causó una gran sensación y, rápidamente, los burrianenses encontraron diversos nombres con los que rebautizarla: ovni, platillo volante...

Se instaló el 21 de octubre de 2009 y, desde el día 22 de ese mes, duerme el sueño de los justos a la espera de, algún día, volver a salir a la calle de Burriana.