Las obras de la variante de la N-340 a su paso por los terrenos del Mas de Fabra, al pie del Puig de la Nao de Benicarló, sacaron a la luz hace dos años las primeras pistas de lo que ahora se ha confirmado como un asentamiento a caballo entre los siglos VII y VI a.C. de características muy singulares. El concejal de Cultura, Josep Barberà; y los arqueólogos y codirectores de la excavación, Ramiro Pérez Milián y Miguel Vicente Gabarda, presentaron ayer los resultados de los trabajos efectuados.

El yacimiento, acotado y protegido, se asienta en una parcela de 1.800 m2 sin explotar, lo que ha sido determinante para su estado de conservación, que no ha sufrido los efectos de la actividad agrícola, como es el caso de los terrenos que la rodean. Como han explicado los arqueólogos, están «ante el único asentamiento de la época de este tipo que ha logrado llegar a nuestros días».

CULTURA FENICIA // La memoria científica apunta a «una clara influencia de la cultura colonial fenicia sobre este poblado ibero, como reflejan piezas cerámicas localizadas». Ramiro Pérez, codirector de los trabajos arqueológicos, dijo que «los hallazgos y el estudio del yacimiento facilitarán saber quiénes eran sus habitantes, a qué se dedicaban y con qué culturas se relacionaban».

Las actuaciones en la parcela del Mas de Fabra han sacado a la luz la base o cimentación de los muros y diferentes estructuras excavadas en el suelo, como un gran silo que podría haber servido para almacenar grano y cereal. Sin embargo, se han hallado los soportes de los postes que sustentaban las tejados de las edificaciones y que, curiosamente, esconden elementos simbólicos, como conchas o caracolas que cumplirían una función ritual.

Los trabajos han recuperado numerosas piezas de origen ibero, como un vaso con una pasta blanca que podría ser cal.

Dada la trascendencia y singularidad del asentamiento, algunos de los materiales descubiertos están analizando en el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Entre los fragmentos descubiertos, destacan piezas de origen fenicio, lo que apunta a que habitaba una comunidad humana dedicada al comercio. O platos de una vajilla de lujo, que vendrían a demostrar que nos encontramos ante una colectividad de cierta relevancia social.