La recreación histórica de Sant Mateu, que durante todo el fin de semana volvió a su esplendor medieval, concluyó ayer por la noche tras alcanzar las expectativas de asistencia. Unas 8.000 personas se acercaron hasta la capital antigua del Maestrat para disfrutar de una combinación de espectáculos y talleres, la venta de productos en la feria, y toda la ambientación ofrecida en puntos tan emblemáticos como la plaza Mayor.

Uno de los aspectos más destacados de la cita, que ya cuenta con siete ediciones a sus espaldas, es la considerable implicación de los vecinos y parte de los visitantes, que en las fechas previas al arranque de este evento ya lucían banderas y ornamentaciones en los balcones. Además, para que la experiencia fuera completa, se dispuso de un servicio de alquiler de vestimentas de la Edad Media, con el que los usuarios lograron integrarse en uno de los eventos más señalados del año en la localidad.

La gente que acudió a la feria recorrió el centenar de puestos de productos tradicionales, y la oferta de los comercios santmatevanos, empresas y agrupaciones turísticas. Otros alicientes fueron la exhibición de aves rapaces, la demostración de oficios prácticamente desaparecidos o los pasacalles ofrecidos por músicos y agrupaciones de danzas.

REPRESENTACIONES / En lo referente a los actos culturales complementarios, uno de los momentos más esperados fue la actuación del grupo Trobadorets en el recinto del Calvario, que se desarrolló desde las 20.00 horas. Por la mañana, la calle Santo Domingo mostró la manera de divertirse de los habitantes de los siglos anteriores, con una exhibición del juego ancestral de dòlit.

La programación de estos días también contó con citas tan seguidas como la representación de una obra teatral dedicada al final del Cisma de Occidente, en el recinto de la iglesia Arciprestal, o una mesa redonda dedicada al paso de los cátaros en los antiguos territorios del Maestrazgo.

El Sant Mateu medieval supone una oportunidad diferente de conocer las principales muestras de patrimonio que encierran sus calles, y que constituyen un atractivo turístico, unido a la gastronomía típica y productos de calidad, como el aceite y el vino.