Hablar de dinero es de mala educación. O eso nos han dicho desde pequeños. Pero lo cierto es que el hierro de El Montecillo, que ayer abrió plaza en la tercera jornada de la feria taurina de Santa Quitèria, surgió tras el importante trato económico que cerró Francisco Medina al vender El Ventorrillo, la ganadería puntera que creó años antes.

Aquel acuerdo pactado con la euforia de la burbuja inmobiliaria le permitió emprender una nueva aventura ganadera con la que ayer debutó en Almassora. No fue el debut soñado. Y es que Barberito, sin peros en cuanto a presencia y de pelaje melocotón, vio mermada su lidia por una lesión en los cuartos traseros de la que se resintió desde que José Antonio El Bicho lo recibió chaqueta en mano. Solo 10 minutos fue lo que duró la exhibición del astado en el que habían confiado las peñas El Porrat y All i Oli. Tan solo 600 segundos que no permitieron a los aficionados saborear el afamado producto que elabora Medina en su finca toledana.

La suerte, sin embargo, sí sonrió a los componentes de Els Penjats, El Gavell, El Retiro y El Barrilet, la peña del concejal de Fiestas, Arturo Soler, que ayer lucía la característica camiseta azul. Las buenas vibraciones se notaron en la plaza Mayor cuando Luis Pachés le dio la cara al de Espantalobos a su salida de chiqueros. Una imagen que vieron en directo Manuel Ángel Millares, propietario del hierro, y el torero Vicente Barrera.

A Raulillo le echaron un capote desde arriba que evitó que fuera presa de los descarados pitones de Chiringo al salir del embroque. Con el run-run del suceso, el de procedencia Atanasio Fernández, se fue a la Picaora, donde le ejecutaron tantos quiebros como rodadas, una de ellas de Gabarri.

Sembró emoción en las calles y acabó su lidia en la plaza entrando a los quiebros con chaqueta de Patricio. La tarde se prolongó con la suelta de vaquillas. H