El de ayer fue un día cargado de simbolismo para los vecinos de la Vilavella. En especial para una familia: la del clavari de Sant Antoni 2018, Vicente Luis Arnau, que tuvo la oportunidad de repetir la experiencia que vivió su padre hace 75 años, «cuando se encargó de traer en carro la imagen del santo desde Castellón después de su reconstrucción», según recordó una de sus tías.

Lo cierto es que la práctica totalidad de las imágenes veneradas en esta localidad celebran el mismo aniversario que la de Sant Antoni. «Tanto ésta, como la de Sant Xotxim, Sants de la Pedra, Santa Llúcia, o Santa Bàrbara fueron destruidas durante la guerra civil y después reconstruidas por el mismo artista de la capital», recuerdan desde la familia de Vicent Arnau padre, convertido así en el primer abanderado de la posguerra en el municipio.

TRADICIONES CUMPLIDAS / Fueron los vecinos de la calle de Sant Antoni los que consideraron que la fiesta de este año tendría una connotación especial si el clavari era el hijo, y así lo decidieron. A partir de ese momento, en su casa se prepararon para acoger el típico dosel con la figura del patrón, que presidió el pasacalle del sábado y centró los actos conmemorativos, que tuvieron su momento más álgido en la procesión con la que se clausuró esta programación festiva.

Todos los aniversarios propician los recuerdos y así fue como esta saga rememoró que hace unos 40 años «todavía se hacían toros para festejar estas fechas», una cita que siempre ha tenido mucha participación en la población, aunque «antes mucho más que ahora, porque había animales en todas las viviendas».

Esta figura, originalmente, permanecía durante todo el año en un domicilio particular de la calle que lleva su nombre, justo donde ahora se encuentra una pequeña capilla del patrón de los animales, aunque desde hace unos cuantos años se encuentra, con otros santos, en la iglesia.