El expresident de la Generalitat y presunto cabecilla de la trama corrupta del caso Erial, Eduardo Zaplana, salió ayer durante unas horas de la cárcel de Picassent en la que permanece desde hace diez días ingresado de forma provisional. El también exministro de Trabajo durante el gobierno de José María Aznar acudió, custodiado por agentes de la Guardia Civil, hasta el Hospital La Fe para recibir el tratamiento al que de forma periódica se somete para combatir la leucemia que padece desde el año 2015.

Familiares de Zaplana acudieron al centro médico para interesarse por el estado de salud del expresident. Su llegada pilló por sorpresa a los presentes en la unidad de Hematología y su rostro no pasó desapercibido.

Para evitar su presencia en la misma sala de espera que el resto de los pacientes, los agentes lo condujeron hasta una estancia separada, donde estuvo vigilado en todo momento por los efectivos del instituto armado.

La mujer del expresident, Rosa Barceló, quien también está investigada en la causa, se personó en La Fe al igual que una de las hijas del exministro Zaplana.

No trascendió, sin embargo, si pudieron comunicarse con él o verlo en algún momento.

Zaplana permaneció en el centro desde las 9.00 hasta las 13.30 horas aproximadamente, cuando fue nuevamente trasladado a la cárcel en una ambulancia.

El ahora reo se mostró ágil a su salida del centro y descendió las escaleras de forma rápida, subiéndose al vehículo médico sin precisar ayuda alguna.

Debido a su enfermedad, la defensa de Zaplana ha solicitado su puesta en libertad por razones humanitarias o, en su defecto, que le sea concedido el arresto domiciliario. Sin embargo, la jueza que instruye la causa ha desestimado estos argumentos.

El abogado del expresident tilda de «desproporcionada» la medida de privación de libertad y alega que pesa más el arraigo familiar, así como una leucemia que requiere «cuidados contínuos y de carácter periódico».

La relación del expresidente del Consell con Castellón tuvo, sobre todo, forma de lluvia de millones, más de 23.000 (eso sí, de pesetas) entre los años 1995 y el 2002, lo que duraron sus dos mandatos al frente de la Generalitat antes de dar el salto a la política del ámbito nacional.

Fue en 1993, en el VII Congreso del PPCV celebrado en la Pérgola, en Castellón, cuando Eduardo Zaplana logró hacerse con el poder regional en el partido --solo gracias a que el propio Aznar forzó a Carlos Fabra a proponerle--.

Zaplana está acusado de presuntos delitos de cohecho, prevaricación, malversación y blanqueo de capitales.