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Este año 2017, en el que se cumplen 110 desde su nacimiento en 1907 en Burriana, es el de la recuperación de la figura del cardenal Vicente Enrique y Tarancón, una personalidad histórica, conocida tanto por sus disputas con el dictador Francisco Franco, como por su papel conciliador durante la transición española desde su cargo entonces al frente de la Conferencia Episcopal.

En un momento en el que la necesidad y, en ocasiones, la voluntad, de acuerdos y consenso marca también la realidad política, la Diputación de Castellón trabaja ya, con el acuerdo de la familia, en la organización del Año del cardenal Tarancón, que se materializará en un potente ciclo de actos muy diversos, con exposiciones y conferencias en las que, según ha podido saber Mediterráneo, participarán especialistas y personas vinculadas con el prelado de los ámbitos nacional e internacional.

Desde el colegio que lleva su nombre en Burriana, hasta misas como la oficiada por el monje de Montserrat Josep Miquel Bausset en la parroquia de El Salvador de la misma ciudad en el 2012 ensalzando la figura del cardenal, pasando por la miniserie de dos capítulos titulada Tarancón, el quinto mandamiento (2011), escrita y dirigida por Antonio Hernández, la puesta en valor de la trayectoria de Vicente Enrique y Tarancón nunca se ha abandonado en la provincia e incluso en el conjunto de España, desde su fallecimiento en 1994.

Espíritu vivo

Uno de los hitos troncales, cuya filosofía la Diputación busca mantener viva ahora, tuvo lugar en el centenario de su nacimiento, en el 2007. Fue abierto por el hispanista Paul Preston con el lema El cardenal del cambio. Homenaje a Vicente Enrique y Tarancón, y también por una misa oficiada por el cardenal Rouco, así como incluyó todo tipo de actividades que reivindican su figura.

No es solo en Burriana, sino en toda la provincia de Castellón y en España donde se pone en valor una trayectoria ejemplar y única. El propio Tarancón se describía a sí mismo como «un cura de pueblo» y tuvo siempre la voluntad, como decía, de «morir con las botas puestas, en la brecha», gastándose y desgastándose «por los demás». Antes, tuvo tiempo de dejar una huella indeleble en los ámbitos social y político.

Ordenado en 1929, en 1945, con 38 años, fue el obispo más joven de España, para ser nombrado cardenal por Pablo VI en 1971, año en el que también fue designado presidente de la Conferencia Episcopal, cargo que ocupó 10 años y desde el que marcó con su impronta la transición española.