La calle del Ecce Homo es uno de los escasos testimonios que quedan en la ciudad de Castellón de su pasado medieval. En ese tiempo era conocido como «Carreró pes de la farina», pues en la esquina estaba la «caseta de la vila», que tenía ese menester.

La zona, como las aledañas de la calle Mayor, estaba atestada de comercios de todo tipo. Esta calleja concluía a las espaldas de las carnicerías en la alineación que hoy presenta la manzana del conocido como horno del Santísimo. Su cara frontal exteriorizaba pórticos similares a los de la sede de la gobernación, que continuaban por la calle Mayor. Tiendas, de especias, droguerías y telas, se juntaban con los puestos de la carne, con su corral trasero en uno de los edificios, la casa del degüello y el almacén de la carne y del rafali.

EN EL SIGLO XIX esa estrecha callejuela en ángulo, que bien podría haber servido de escenario al poema de Zorrilla A buen juez mejor testigo, presentaba sendas capillitas con retratos del Ecce Homo (Jesús ante Pilatos) y de la Dolorosa que pintó el artista ondense Bernardo Mundina Milallave, junto a dos ladrillos con románticos poemas que dicen así: «Cristiano si tienes fe/ detente y mira mis llagas/ y verás cómo me pagas/ la sangre que derramé». «Madre triste y desolada/ mártir al pie de la cruz/ ante tu hijo Jesús/ se siempre nuestra abogada».

Después de la guerra de 1936, en que desaparecieron ambos cuadros, se les sustituyó por litografías hasta que el ceramista Guallart pintó los retratos que hoy significan el nombre de la calleja.

*Cronista oficial de Castellón