Ya podrá percibir el lector que a este comentarista le gustan de modo particular los refranes y las frases hechas, precisamente porque contienen una gran sabiduría popular que lamentablemente se va perdiendo, acaso por esa aféresis del lenguaje al que cada vez más nos vamos sometiendo al usar esa ortografía compendiada de los mensajes cibernéticos. Esa erudición, al perderse, nos hace olvidar también un gran parte de nuestro acervo cultural que enriquece el vocabulario y motiva el interés por la lectura y el conocimiento.

La otra tarde en televisión pude ver una película que constituía una referencia del mundo heroico de mi niñez: El príncipe valiente, un personaje de Harold Foster muy popular en los tebeos que llegó al celuloide en un film de Henry Hathaway, con abundancia de torneos y justas.

En una de esas escenas se me ocurrió significarle a mi nieto que, emocionado, veía film: «Mira, de aquí viene eso, que tal vez no hayas oído, de dejar a uno en la estacada». Como sabrán, había unas estacas unidas perpendicularmente por un maderamen que constituían el palenque o estacada, trayecto por donde cabalgaban los contendientes, lanza en ristre en dirección opuesta. Pues bien, si alguien poco avizor se quedaba allí, corría el riesgo de ser embestido por una de esas furiosas galopadas. Por eso dejar a uno en la estacada significa abandonarle en una situación comprometido.

*Cronista oficial de Castellón