Buscaba una cosa y se encontró con otra. El castellonense José Broch ha descubierto un yacimiento no catalogado en el límite de los términos municipales de Córdoba y Almodóvar del Río gracias al uso de la herramienta de Google Maps. Curioso y buceador incansable a través de este sistema, quería localizar la ciudad palatina de Medina Al-Zahira, que mandó construir Almanzor hace más de mil años y que está documentada, pero no localizada, siguiendo el cauce del río Guadalquivir, y se encontró con unos restos arqueológicos que podrían tratarse de una gran villa romana o bien un asentamiento andalusí.

El propio Broch comunicó el hallazgo al jefe de Arqueología de la Gerencia Municipal de Urbanismo de Córdoba, Juan Murillo, quién le contestó que «indudablemente» acababa de encontrar unas ruinas «de grandes dimensiones». Se trata de un emplazamiento desconocido de 240 por 160 metros, en una zona con forma de herradura, y muy cerca de un posible paso sobre el propio río que posibilitaría la comunicación entre ambas partes.

Apenas unas manchas en una imagen a vista de pájaro fueron suficientes para que Broch creyera primero que había encontrado Medina Al-Zahira. «Ví unas líneas y supe que eso delataba una construcción», explica este Indiana Jones en versión moderna, recordando una cita de la película Prometheus: «Dios no construye en líneas rectas».

Broch acudió al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), donde, según relata, le recomendaron que contactase directamente con Juan Murillo, quien recibió un correo electrónico con las imágenes de Google Maps y no dudó en responder inmediatamente. «Lo que ha detectado es un yacimiento arqueológico de gran tamaño», fue la respuesta del arqueólogo jefe de Urbanismo en Córdoba. Desde este departamento del Ayuntamiento cordobés señalaron que «los restos no se han catalogado porque no están dentro de la carta de riesgo arqueológico».

Explicaron que su ubicación «está a unos metros de donde acaba el término municipal» de la ciudad califal.

Bajo tierra

Broch, de les Alqueries, que trabaja en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 4 de Vila-real, es un apasionado de los restos romanos y, siempre que puede en sus viajes, visita los yacimientos arqueológicos. Esta vez, desde su casa, ha disfrutado de la experiencia de descubrir un tesoro que estaba escondido bajo tierra.

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