La semana pasada entramos en el periodo de la canícula que, como todo el mundo sabe, es el más cálido de todo el estío. Este término viene del latín canis, que quiere decir «perro», al que se añade el sufijo diminutivo cula (cutícula, febrícula, partícula…), significando en su traducción «perro pequeño».

Y aquí viene la cuestión que se plantearán algunos lectores: ¿qué tiene que ver el perro con el calor? Pues sí tiene que ver. Veamos: las antiguas civilizaciones de oriente, como posteriormente las mediterráneas, tuvieron una gran afición a la astronomía y sus sabios descubrieron que el periodo más cálido del verano coincidía con la aparición en el firmamento de la estrella Sirio, perteneciente a la constelación del Can Mayor, la más brillante del cielo nocturno, a la que, con razón, se dio el nombre de «la abrasadora». Evidentemente, ahora comprenderemos la razón esa frase tan mencionada de «hace un calor de perros», referida a los días de insoportable bochorno.

Ahora bien, al parecer, caemos en una contradicción en el significado del nombre, pues hemos dicho que la constelación es la del Can Mayor (el perro grande). La explicación está en que hace 5.000 años, Sirio asomaba en el mes de junio, pero ahora, a causa de la precesión del eje de la tierra, aparece en septiembre. Es decir, la estrella que ahora coincide con la canícula de los meses de julio y agosto, es de la constelación del Can Menor y se llama Procyon. Se ubica a 11 años luz del sistema solar, a diferencia de Sirio, que está a 8,6. Algo más lejos que de Castellón a Vila-real, hagan el cálculo.

*Cronista oficial de Castellón