Sin duda --y sin menoscabo de las demás-- la fiesta de Sant Antoni en nuestras comarcas es la más cálida, típica y numerosa en cuanto a su advocación. Casi un centenar de pueblos la celebran este mes de enero, con variantes, pero siempre alrededor del fuego y del santo, pese al descenso de animales y de labradores y ganaderos en cuyas manos ha estado siempre su conmemoración. Durante años he estado estudiando sus particularidades en cuanto al fuego, aquí y en otros lugares y países, y puedo asegurar que difícilmente se encuentra otra fiesta con las singulares características y tipismo de las sanantonianas.

Este año --aunque no del gusto de todos-- las celebraciones abarcan fechas tan distantes como del 12 de enero al 10 de febrero; circunstancia que hará posible poder visitar más de una santantonada; y, por ello, apreciar esas interesantes variantes que, centradas en el fuego, ofrecen muchos y diversos ingredientes. Esta fiesta no se reduce solo a ese elemento primigenio y al religioso, sino que su riqueza se trasluce en la repostería local, deliciosa, música, animales, personajes carnavalescos y míticos, dichos originales que se recitan (relacions), teatro que se representa (la vida del Sant), competiciones (algunas sorprendentes, caso de els botets de Forcall, las carreras de burros de Borriol o el tropell de Vilanova, l’Ajustada y otros más). No se lo pierdan, es única.

*Profesor