La revista Psychoneuroendocrinology refería en sus páginas que ese sexto sentido perspicaz e intuitivo que se les atribuye a las féminas puede formarse desde el embarazo. Al respecto aducía que estudios de varias universidades significaban que esa característica está relacionada con una menor recepción de testosterona en el saco amniótico. Podría ser una explicación, pero con todo, no parece que haya unanimidad entre los científicos respecto de esa cualidad privativa.

Sin embargo la historia está llena de anécdotas que ponen de manifiesto esa sagacidad sutil de las hembras. Para muestra, un botón: El gran escultor griego Praxiteles tenía una modelo, llamada Friné, que también era su amante, a la que quiso halagar ofreciéndole una de sus esculturas, como pago a sus servicios y testimonio de su devoción. La mujer, de impar y seductora belleza (de hecho, según Diógenes Laercio, era la más deseada hetaira de Atenas), no poseía un depurado criterio artístico para discernir en la elección, así que echó mano de su particular intuición, tramando un ardid, que le dio muy buen resultado.

Antes de sentarse a una cena, había encargado al esclavo del escultor (para gastarle una broma, según dijo) que entrase en el comedor vociferando que se había prendido fuego en el estudio. Praxiteles, descompuesto por la noticia, de inmediato apostrofó: «¡Salvad mi Eros! ¡Salvad mi Eros!». Esa fue la escultura que prefirió Friné.

*Cronista oficial de Castellón