La semana pasada en esta columna, tal vez para ajustar el texto al espacio disponible, se suprimieron las palabras «siglo XVIII» que aludían al nombre, precisamente en esa época, de «los pórticos del poeta». Al leer, parecía desprenderse al eliminar la frase, que eran del siglo XIV. Así pues, quede constancia. Y, puntualizada la cuestión, vamos al tema de este martes.

El pasado viernes desfiló por las calles de Castellón la procesión del Santo Entierro, concluida por la impar escultura del Cristo Yacente que posee la Cofradía de la Purísima Sangre. Esta hermandad, tiene una referencial historia de fe y costumbrismo.

Al respecto recordaré una particularidad de las negras vestas procesionales (conocidas popularmente en nuestra ciudad como cuquerolles) que aporta un característico e ignoto pormenor en su atavío. Se trata de un pentágono irregular de tela plisada, que aparece colgado en la espalda desde el cuello, conocido con el pintoresco nombre vernáculo de l’abadejet. Esta referencia al bacalao como alimento penitencial del tiempo de pasión, se materializa en este bien significativo detalle del ropaje, a modo de muy sucinta esclavina.

EN MUCHAS localidades de la geografía española a los estandartes de las cofradías procesionales del tiempo pasional, con forma de triángulo isósceles y base redondeada, se les denomina «bacalaos», por la similitud de la forma del pendón con la el de este pescado en salazón que, secularmente por su bajo coste, era el alimento más consumido en la dieta cuaresmal.

*Cronista oficial de Castellón