Todo el mundo habla de la intensa nevada que dejó a tres mil coches atascados en la nieve recientemente en la autopista AP-6. Todo el mundo valora la actuación de los conductores. De su prudencia o imprudencia. De su desatino. Todo el mundo habla de la actitud del director general de la DGT. De la prepotencia del ministro del Interior. De las declaraciones del ministro de Fomento. De la certeza de los partes meteorológicos. Hasta de la nieve en sí. Todo el mundo habla. Todo el mundo opina. Todo el mundo juzga. Todo el mundo encuentra culpables. Pero nadie habla del tipo que estaba en la cabina de peaje repartiendo tíquets y levantando la barrera de acceso a una autopista tomada por una brutal nevada.

EL CASO es que no puedo dejar de pensar en él, y en su inmediato superior, sentado en su puesto de trabajo, en el edificio anexo al peaje, desde donde se controla la vía, tomando un café caliente mientras dejaba que el taquillero (permitan que llame así a quien trabajó esa noche en la cabina) repartiera entradas para el espectáculo.

¿Por qué no cerraron la barrera e impidieron el acceso a la autopista trampa? ¿Por qué no hicieron uso del protocolo que la empresa concesionaria tiene elaborado para estos casos? ¿O es que la empresa carece de tal protocolo? Estas cuestiones me generan verdadera curiosidad.

*Escritor