Desde que el mundo es mundo la gente ha fallecido. Ha nacido, vivido y muerto. Pero nunca antes tantos idiotas han manifestado su opinión sobre quienes pasan a mejor vida. Nunca antes del advenimiento de las redes sociales los seres vacíos de alma, de espíritu, de moral y de principios habían rajado tanto.

Lo que pudimos leer en Twitter y Facebook con el niño que quería ser torero pero que sabía que no vería cumplido su sueño por tener una enfermedad terminal, fue asquerosamente obsceno. Lo que pudimos leer tras enterarnos del fallecimiento de Bimba Bosé fue tan repugnante que aún hoy se me pone la carne de gallina. Gente sin corazón la insultó de manera salvaje, con el cadáver aún caliente, como si se hubiese abierto la caja de Pandora. Y lo vivido estos días, con el caso de la exministra socialista Carme Chacón, clama al cielo. Miles de estúpidos amorales hablaron mal de ella en las redes, sabiéndose impunes ante las leyes de los hombres, aunque no ante la crítica este humilde escribano. Hubo quien dijo de todo y todo odioso.

¿Es que el sentido común ya ha desaparecido por completo en España? Sé que quienes hacen este uso de las redes sociales son una minoría, pero se les ve demasiado. Su ruido es ensordecedor. Y hace un daño irreparable a la imagen de nuestra sociedad.

*Escritor