No es habitual que el autor de esta columna (es más, creo que es la primera vez), haga una recomendación. Pero la verdad es que creo que es oportuno realizarla y que además, llevo a cabo con la información, un cierto servicio social.

La quimioterapia que ayudó a solucionar un cáncer de mama, que me afectó hace nueve años, trajo algún que otro efecto secundario. Es el mínimo inconveniente que tuve que sufrir a cambio de vencer una dolencia tan peligrosa como amenazadora. Entre esos efectos secundarios cabía considerar una micosis en las uñas de los pulgares de los pies, especialmente lesiva que me obligó a ser asiduo cliente del podólogo.

Pues bien, desde que compareció esta dolencia, soy usuario del servicio de podología que funciona en el edificio Urban de la Cuadra de la Salera de Castellón y que ya lleva tres lustros de actividad. Un centro, de régimen municipal, dedicado a numerosas actividades formativas y lúdicas para la tercera edad a las que cabe añadir las sanitarias. Los servicios de podología han conseguido resolver la dolencia que afectaba a mis uñas de las extremidades inferiores, y ello con un precio de consulta de lo más asumible. Pero lo que tal vez sea más importante es el trato tan profesional como afectuoso de Lucía, la enfermera y podóloga que está al frente del servicio, cuya atención y profesionalidad he de encomiar.

Tan acostumbrados estamos a dar malas noticias en la prensa, que me parece oportuno señalar otras que son positivas y muy beneficiosas para todos. Informados quedan y yo satisfecho y agradecido.

*Cronista oficial de Castellón