Entre las grandes preguntas existentes: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? Podemos hacernos una que no es tan metafísica, pero sí muy muy práctica: ¿Quién me cuidará? Cuando esté enfermo o cuando sea viejo y lo necesite, ¿quién se ocupará de mí? Puedes tener una salud de hierro, ser fuerte y vigoroso, comerte el mundo y creerte súper autosuficiente. Pero a todos en algún momento nos tienen que cuidar.

Recuerdo que las anginas de mi infancia, casi me alegraban, la cama era obligatoria, no iba al colegio, la televisión la instalaban en mi habitación y pasaba el tiempo leyendo tebeos y con la plena atención de mi madre. Ruptura en la rutina que me hacía feliz. En las operaciones a las que me he sometido o en algún accidentillo con la consecuente hospitalización, siempre he tenido a mis seres queridos, padres o cónyuge, conmigo. Pero qué pasa si te quedas solo, si eres mayor y ellos no están.

El sistema hospitalario español es muy bueno en asistencia sanitaria, pero la humana no va incluida. Las residencias de ancianos son escasas y las buenas, caras. Los hijos, si tienes la fortuna de tenerlos, deben vivir su vida y no me gustaría atarlos con más obligaciones de las que ya tendrán, así que si no esperas ni exiges mucho, mejor. Es una pregunta complicada, de respuesta difícil y variopinta, con múltiples probabilidades. De momento, se me ocurre que tratar de ser buena persona ayudará a obtener retorno en el futuro. Que ahorrar no irá nada mal (aunque con la crisis sea imposible) y que hay que vivir y disfrutar el presente, porque el futuro ya vendrá.

*Notario