La semana que acaba de concluir y el mes que comienza se caracterizan por las peregrinaciones, rogativas y, más escasamente, romerías y procesiones que concurren en las comarcas castellonenses y que, sin duda, en el ámbito de la religiosidad popular, constituyen un valor importante no solo provincial, sino nacional. Junto al sentido penitencial y al silencio reinante, su impacto en el público asistente es conmovedor y espectacular.

Finalizaron Els pelegrins de les Useres, la Romeria dels Infants de Alcora y la peregrinación por las ermitas de esta última localidad, las rogativas de Catí-Castellfort, Herbés, Palanques, Benifassà, Sorita, Todolella, Vallibona, Zucaina, Cabanes y alguna más, bajo la forma de rogativa, peregrinación o romería. Finales de abril, mayo, junio y julio, se celebrarán actos de esta índole con fervor y sencillez, no exentos de atractivos que ha legado la tradición.

Algunas de estas manifestaciones tienen su origen en la Edad Media, otras son posteriores y alguna reciente. Las rogativas y peregrinaciones tienen un carácter impetratorio, de petición (salud, agua en tiempos de sequía, paz…), de agradecimiento, voto o promesa y devoción. Es el homo viator, caminante, que se desplaza en grupo hacia un lugar sagrado para este cumplimiento mediante el sacrificio y la oración. Y nuestra provincia es un singular ejemplo de esta religiosidad.

*Profesor