Menuda polémica más tonta se ha generado por la decisión del Ayuntamiento de Madrid de aplicar un protocolo de circulación en un único sentido para los peatones para evitar aglomeraciones en el centro. Fue en el circuito de las calles más concurridas de la capital y posiblemente de toda España.

Los cabreados profesionales y los tertulianos antipodemitas han activado también sus propios protocolos contra la medida. Posiblemente porque no han estado en su vida en el centro de Madrid en días de fiesta en el mes de diciembre. La razón por la que se han puesto así es porque ven restringida su libertad de movimientos.

La verdad es que yo solo he tenido una sensación de agobio similar en Fallas de Valencia. Entre el Micalet y la Plaza de la Virgen donde solo se avanzaba un par de metros por minuto y cruzándote con otros peatones que venían en contradirección. Me imagino que serán muchas las capitales de provincia que tendrán el mismo problema en fiestas o situaciones similares.

Entiendo que, tal como están las cosas con la psicosis terrorista y la posibilidad de que cualquier petardo (o atentado real) genere una avalancha de caos, es conveniente que se regule el tráfico peatonal. No se preocupen los ultraliberales fanáticos de la libertad peatonal, que esta organización paternalista del tráfico de a pie no se dará más que en unas pocas calles y en determinadas épocas del año. Mientras tanto, los ciudadanos ya han encontrado atajos en los comercios entre dos calles. La solución de la picaresca es muy interesante para la economía de los centros comerciales.

*Abogado. Urbanista