Castellón ya tiene un banco del tiempo. Un ente en el que los minutos, que son oro en los tiempos que corren, se convierten en un bien a compartir. Y, en apenas dos meses de funcionamiento, son ya unas 30 las personas inscritas. Unas saben coser bajos de un pantalón, otras hacer powerpoints o a manejar redes sociales para los mayores, montar una estantería o ayudar con una cena familiar… todo depende de lo que a uno se le da bien y otro necesita. «El banco del tiempo nace de la necesidad de dar, pero también de recibir». Lo explica Marisa Contreras, secretaria del Banco del Tiempo Meraki de Castellón, que ayer se presentó en Babel, bajo un perfil de «personas solidarias, inquietas, que quieren ayudas a los demás y que piensan que otro mundo es posible y que no solo vale el dinero», señala.

Son profesores, pedagogos, funcionarios, abogados, psicólogos, médicos, maestros jubilados, mecánicos, amas de casa o ingenieros, en un sistema de pagos y cobros en tiempo, el oro del siglo XXI. «Tú gastas una hora y se resta del saldo, y das dos, y se suman así con un mínimo de 3 con el que inicias la libreta y un máximo de 12, del que no te puedes pasar», señala Contreras. La media suele ser «una hora». Y, para evitar susceptibilidades con los profesionales, ponen el acento en que «son servicios que se prestan entre amigos». «Tú me ayudas y yo te ayudo, a ti o a otros, en una cadena multilateral; es como una oenegé del tiempo y todas las horas valen igual». «Lo principal es crear redes de cooperación y ayuda mutua sin que medie el dinero en el intercambio».

En España hay ya unos 300 bancos del tiempo, en Barcelona, Madrid, Girona, Sevilla, Bilbao, León… «Y todos están interconectados, con proyectos comunes y propios, en la plataforma Timeoverflow», explica la secretaria. Y en la provincia arrancaron algunas iniciativas. Algunas funcionan, otras no. Pero lo que tienen en común es que «promueven la solidaridad entre las personas». «Quien se apunta al banco del tiempo no es porque le sobra, sino porque, el que tiene, quiere compartirlo». Y no todo el mundo puede entrar. Para acceder, se rellena, primero, una inscripción donde se especifican «tanto los servicios que puede ofertar como los que demanda, que pueden ir variando». ¿Los requisitos? «Tener más de 18 años y algo que dar», señala Contreras, y acudir, bien on line a bdtmerakicastello@gmail.com, o de 17.30 a 18.30 horas, los lunes en el colegio Lluís Revest, y los miércoles, en el Carles Salvador, a la espera de «una sede propia».

cgarcia@epmediterraneo.com