Lo que ocurre en la Comunitat Valenciana es un sainete interminable. Es algo de una teatralidad jocosa sin par.

La pasada semana pudimos leer en la prensa cómo Juan Cotino va a ser enjuiciado por lo que ya todos llaman el amaño de la visita del Papa. Vimos fotografías de Carlos Fabra saliendo de prisión, pese a los informes en contra de la Fiscalía. Escuchamos a Alfonso Grau desmintiendo las declaraciones de sus asesores en la operación Taula, generando un terreno de fuego cruzado que dará mucho de qué hablar. Leímos cómo Paco Roig habría financiado al Instituto Nóos para que Iñaki Urdangarin le ayudara a posicionar bien sus campos de golf. También supimos que el caso de las dietas millonarias de la CAM iba a ser juzgado. Leímos que la Conselleria de Sanitat por fin va a asumir sus responsabilidades y pagará íntegramente el acelerador lineal que tanta falta le hace a Castellón. Y vimos al colectivo taxista reventando una charla en la Universitat Jaume I.

Todo esto en un solo día. No me dirán ustedes que no estamos entretenidos.

Me duele que en la prensa, la radio y los periódicos no salga más nuestra hermosa provincia por sus mil y una virtudes. Pero la actualidad manda. Y decir actualidad, hoy, es decir amarillismo. Corrupción. Politiqueo barato. Nos va la marcha, queridos lectores. Y eso no es bueno para nadie. H