En todas casas cuecen habas y en la mía a calderadas», decía Cervantes en boca de Don Quijote. El plato de habas era comida de pobres --incluso de animales-- y muchos siglos después se las aderezaba con jamón, con lo cual de la pobreza del hogar se pasaba a una discreta riqueza, más o menos.

Algo mejora el yantar doméstico con esta adición. Ya entonces, en la época cervantina, el refrán reflejaba el sentido que quería otorgársele de generalizar la imperfección.

Muy expresiva a este respecto es la frase que dicen los catalanes: «A tot arreu se’n fan de bolets» (quan plou). En general, el refrán tiene múltiples aplicaciones e interpretaciones. El «y tú más» es frecuente oírlo, que tiene análogo significado.

LEER las noticias es nutrirse de habas y fabadas, no solo asturianas, en un ejercicio geo-gastronómico mundial. Y en todos los hogares sugeridos no suele faltar en alguna comida un plato de habas, dicho metafóricamente. Y en algunas a calderadas. Y, en otras, enriquecidas con jamón.

Lo curioso es que en determinados «hogares» se silencia preceptivamente y de muy tarde en muy tarde aparece el plato de habas discretamente aderezado con jamón para que no se entere el vecino.

En otros se presume de comer modestamente, mientras en la intimidad del hogar abunda la buena comida y bebida. El lector sabe de qué hablamos, ¿verdad? Y, si no es así, «averígüelo, Vargas», decía Isabel la Católica a su secretario.

*Profesor