La cosa va de autobuses. Esta vez es Podemos el que ha sacado a la calle el tramabús. El vehículo que denuncia la trama, la nueva palabra fetiche del partido morado, con los rostros ilustrados de sus principales demonios. Desde un Bárcenas con peineta hasta Rodrigo Rato, pasando por Jordi Pujol,

Juan Luis Cebrián o tantos otros personajes que representan una élite política y económica con más sombras que luces. Todos ellos conforman lo que Podemos denominaba casta y, ahora, dando ya por amortizado este término, tilda de trama. Y no es que no haya casta. Que la hay. Y también trama. Pero tanta simplificación, más que tufo a márketing empieza a sonar a canción de parvulario, con una misma palabrita repetida hasta la saciedad. Sin duda, sintetizar en un solo término la esencia del mensaje es un éxito de comunicación.

El problema es cuando se reduce tanto que se infantiliza el discurso y se banaliza la causa a la que sirve. Está bien denunciar los corruptos que han saqueado el país. Es innegable que captar la atención de los medios y las redes se ha convertido en indispensable. Pero hay margen para una lucha menos bufa y más razonada. Casi un tercio de la población española no puede acceder a sus necesidades básicas. Más de 1.400.000 hogares tienen todos sus miembros en el paro. España ya es ahora el tercer país en pobreza infantil de la UE. ¿Y si hablamos más de pobreza y menos de política espectáculo?

*Escritora