Un legado que le sobrevivirá. El burrianense Vicente Traver Calzada ha vestido el altar de la concatedral de Santa María de Castellón con la que él mismo define como su “obra magna”, su “impronta” artística, un espectacular díptico de grandes dimensiones --7x4 metros-- que presidirá las celebraciones del primer templo de la capital, dedicado a La dormición de la Virgen y La Asunción. Es un legado en el que lleva trabajando “unos tres años”, después de que hace una década, la Conselleria de Cultura le encargara la elaboración de un proyecto global para el interior del templo.

“El proyecto, del cual el díptico que ya se puede ver es solo la primera parte, se compone de otras 10 obras y varias esculturas, que narran diferentes episodios de las Sagradas Escrituras”, explica Traver, que se muestra “pletórico” después de haber finalizado el montaje de la pieza principal.

“La componen --detalla-- una pieza inferior, que cuenta cómo la Virgen María se queda dormida en los brazos de su hijo, rodeada por los 12 apóstoles, unos orando, otros leyendo, otros dudando, lo que conlleva un estudio psicológico de los personajes; y una parte superior, la mayor, en la que un sol radiante, hiperrealista, del que surgen cuatro ángeles que la llevarán a lo más alto de la creación, desde donde presidirá la oración de Castellón”. El conjunto artístico puede estar terminado “en otros 10 años”. “Son piezas más pequeñas”.

El presidente de la Diputación, Javier Moliner, presenció parte de los trabajos, apuntando que han “contribuido a dotar con una obra emblemática a un lugar referente en la provincia”. Decenas de castellonenses se acercaron a visitar el mural, pintado con técnica mixta de aceite y temple que “le da luz”. Con financiación de la Diputación y del Ayuntamiento y del bolsillo del propio Traver --“esta obra no se mide por lo que cuesta, sino por lo que significa”, dice--, deja a un lado la temática más castellonera que imprimió al mural de la Diputación para “honrar a María”. H