No hay mejor reflexión que una pérdida para valorar un estado o una situación personal. Todos hemos sufrido alguna pérdida y todos hemos intentado recuperar lo perdido, valorando entonces la ausencia. Y si la pérdida concierne a la salud el mundo se nos viene encima --o abajo--, sobre todo en los momentos previos del diagnóstico en que se genera la duda real y no meramente cartesiana. La OMS define la salud como «el estado de bienestar físico, mental y social y no solo la ausencia de afecciones o enfermedades».

En este último caso, la aparición de la enfermedad es, quizá, una de estas pérdidas que afectan sobremanera. He permanecido dos días en la Unidad Crítica del Hospital Provincial, a sabiendas de que el diagnóstico no revestía máxima gravedad, como así ha sido. Pero esto no ha constituido obstáculo para pensar seriamente lo que supone no poder ejercitar las funciones cotidianas (no ha sido mi caso) y ver cómo otros permanecían privados de ellas, temporalmente o definitivamente. Todo lo que éramos --si lo éramos-- queda en nada. Por esto es de suma importancia el trato cordial y correcto de pacientes y personal médico. Ello da un respiro en situaciones a veces dramáticas. Mi experiencia ha sido muy positiva y, junto a los remedios técnicos, ha representado una estancia rodeada de tranquilidad y confianza. Un buen ejemplo para todos.

*Profesor