Antes de viajar a cualquier lugar suelo llevar a cabo un excéntrico plan de acción que gira en torno a algo tan anodino para muchos como necesario para otros como es el jazz. Siempre investigo sobre la presencia o no de clubes o salas en las que uno pueda deleitarse con esa música que me ha dado tanto y que es, en cierto modo, un estilo de vida. Así, he tenido oportunidad de ver y oír en directo a excelentes músicos en puntos muy diversos de nuestra geografía, ya sea en Madrid, Murcia o Barcelona, o en Berlín, Ferrara, Nueva York o Guadalajara, México. Es un capricho, lo sé, pero como capricho que es nunca renunciaré a él. Tener oportunidad de sumergirme en ese ambiente que algunos son capaces de tildar de sórdido, me insufla vida.

El A-Trane de Berlín, la mítica sala Village Vanguard de la Gran Manzana, el singular Torrione San Giovanni de Ferrara, la Jamboree en la ciudad Condal o el Bogui Jazz madrileño son algunos de esos reductos que me han procurado tantos y tantos momentos de júbilo. Y como ese disfrute ha sido inmenso, siempre espero que alguien que por las circunstancias que sean visite Castellón, encuentre esa misma alegría aquí, lo cual no resulta del todo imposible, si bien no contamos, por desgracia, con una sala que ofrezca una programación continua semanal de jazz. Es ahora cuando recuerdo, nostálgico, aquellos años del Café del Mar que hace ahora 25 años se inauguraría en Benicàssim acogiendo a ilustres como Tete Montoliu o Lou Bennett a lo largo de sus (cortos) cuatro años de vida.

Para suplir esas “carencias”, los mismos promotores del Café del Mar comenzaron a organizar una serie de ciclos y festivales que hicieron de Castellón un auténtico oasis jazzístico, ofreciendo una programación notable durante gran parte del año. No obstante, los tiempos han provocado algunas bajas insustituibles, como la desaparición del Avui Jazz de Vila-real o, también, el Universijazz. Sin embargo, aun quedan frentes abiertos que permiten a los amantes del jazz mantener cierta esperanza. El Jazz a Castelló es uno de ellos, si bien ha tenido que reformularse para adaptarse a los “nuevos tiempos”.

El cambio de ubicación y el hecho de plantear un calendario mucho más amplio son algunas de las novedades que este año presentaba la XXIV edición de este certamen que contará con la presencia del vocalista y trompetista estadounidense Ronald Baker este próximo viernes, 19 de febrero.

EL CONCIERTO // Entre mis trompetistas norteamericanos favoritos se encuentran Chet Baker, Miles Davis, Lee Morgan, Kenny Dorham y Freddie Hubbard. Sé muy bien que podría incluir a Clifford Brown o Dizzy Gillespie como grandes maestros, pero digamos que mi quinteto predilecto es ese. Los trabajos de esos cinco inigualables genios del jazz son los que han acompañado más veces a mis oídos, los que han sosegado mis tardes y los que han provocado mayores placeres. Dicen que Ronald Baker recuerda mucho a dos de ellos, a Hubbard y Morgan. Puede que sus estudios en el Oberlin Conservatory of Music, donde tuvo como maestros a Donald Byrd --otro genio--, JJ Johnson, Jon Faddis o George Cables --el pianista predilecto de mi amado Art Pepper--, por citar solo algunos, le influyera para alcanzar ese "sonido cálido y envolvente" que ha ido perfeccionando en Europa.

A las 22.30 horas, en el Teatre del Raval de la capital de la Plana, junto a Gerard Nieto, Joan Morera y Xavi Hinojosa, Baker seguro demuestra que es uno de los discípulos aventajados de esos hombres extraordinarios que hicieron del jazz algo superlativo. Con su enérgica trompeta y fascinante voz, ver en directo a este músico exigente es, sin duda, un muy buen plan.