La alteana’, ‘el ferrer’, ‘culcagat’, ‘mirasielos’, ‘la torreblanquina’, ‘matesentos’, ‘el sucrer’, ‘la bendició’, ‘la pintora’, ‘la mitja figa’, ... y así hasta 686 apodos, ‘els malnoms’ con que son conocidos cada uno de los habitantes del Grao. Todos recogidos en la obra ‘Qui era qui al Grau dels segle XX. Els malsnoms del Grau de Castelló’, de Sergio Ferrer de Almenara (Castellón, 1929), posiblemente la persona que más sabe del distrito marítimo, o por lo menos en lo que respecta a la idiosincrasia de un pueblo que todavía conserva sus propias señas de identidad, muy singulares, por cierto.

El volumen es “una revisión corregida y ampliada de un primer libro publicado en el 2.000 que, titulado ‘El Grao, mi Grao’, aglutinó 458 apodos, en un trabajo de boca a boca, preguntar uno por uno a cada uno de los vecinos, ya que no había nada escrito”, cuenta Ferrer de Almenara, que destaca, además, que “cada apodo tiene su explicación de su orígen, de su porqué, de donde procede”.

Apodos que se refieren a “oficios, acciones, anécdotas, circunstancias sobrevenidas a una persona.., y en una forma de identificarse ancestral y antigua que todavía se mantiene entre los graueros”, relata el autor del libro.

Un trabajo realizado desde la dedicación y entrega y que tiene un “valor de divulgación de neustra pequeña historia, del devenir de los graueros desde que en 1865 se convirtió en entidad jurídica propia cuando solamente vivían 428 personas”, cuenta Ferrer de Almenara, quien además ha estudiado a conciencia la evolución demográfica del distrito marítimo en los diversos aluviones de población, a través de los censos de 1896, 1920 y 1940, “en un proceso evolutivo con gente que primero llegó del Cabanyal, Canyamelar y poblados marítimos de Valencia; después de Almassora y Vila-real; más tarde de les Coves de Vinromà, Catí y Albocàsser; también Peñíscola y Torreblanca y, por último, en el gran movimiento migratorio de los años 70, de Barbate”.

20.000 HABITANTES // Y ahora con un Grao que supera los 20.000 habitantes, Sergio Ferrer de Almenara evoca al pueblo marinero de antaño, “ni mejor ni peor, solo diferente y con otra forma de vida”. “Marineros incrédulos que, sin embargo, tienen una especial devoción hacia la Mare de Déu del Lledó y a la Virgen del Carmeno y acérrimos defensores del Club Deportivo Castellón”, indica, mientras trufa su conversación de recuerdos de vivencias y anécdotas, de detalles y mosaicos de un periplo vital de 85 años de existencia que hacen de Sergio Ferrer de Almenara toda una institución.

Y es que, además, nuestro erudito grauero muestra su talante de dedicación y entrega al distrito marítimo: “Hago todo ello gratis et amore, no porque quiera ganar dinero, sino porque es necesario que todas estas particularidades del Grao puedan ser conocidas”.

“No entro en el tema de la pesca, suficientemente desarrollado por Basilio Trilles, pero sí en la esencia humana de un pueblo forjado a los largo de los siglos”. “¿Sabías que hay documentación que habla de que en 1293 ya existían pescadores en nuestra ciudad recien fundada?”, concreta Ferrer de Almenara como corolario a una vocación investigadora y de conocimiento sobre el Grao, su Grao, el de Castellón. H