Dentro de muy pocos días se cumplirán tres años de la desaparición del admirado barítono alemán Dietrich Fischer-Dieskau, una de las grandes voces del siglo XX. Su bien merecida fama se debe principalmente a su aportación a la ópera alemana y a su interpretación de los lieder de Franz Schubert, Carl Loewe o Gustav Mahler. Asimismo, su timbre de voz y cualidades técnicas e interpretativas le convirtieron, como afirmó en su día Mikaela Vergara, de Radio Nacional Clásica, “en uno de los principales maestros de la lírica universal”. Su legado se extiende en un amplio y variado repertorio que se diversifica en multitud de géneros, épocas y estilos; una discografía antológica de alto valor histórico así como una inestimable labor pedagógica y una profunda reflexión teórica e intelectual. Pero eso no es todo, pues Dietrich Fischer-Dieskau fue padre de tres hijos: Mathias, Martin y Manuel.

De los tres vástagos, Martin y Manuel siguieron la estela de su progenitor en el ámbito músico-artístico. Martin es, quizá, el más conocido para la gran mayoría. El prestigioso periódico francés Le Monde aseguró en su día que el director de orquesta poseía un “talento genuino”, “una autoridad sobre el escenario natural”, algo que al parecer heredó de su padre. Algo que también ha adquirido el hermano menor, Manuel, reconocido cellista que forma parte de la Orquesta Sinfónica de Radio Saarland (Orquesta Filarmónica de la Radio Alemana) y que también es profesor de cello y música de cámara en el Conservatorio de Música de la Universidad Johannes Gutenberg (Mainz). De él han llegado a decir que “desarrolla una sensualidad que va directamente al corazón”, algo que seguro podrán comprobar in situ los alumnos del Conservatorio Superior de Música de Castellón del 18 al 22 de mayo, pues Manuel Fischer-Dieskau impartirá una serie de masterclasses durante esos días gracias al programa Erasmus del centro, y en el que José Enrique Bouché tiene mucho que ver al respecto como organizador.

Al igual que su padre en su mejor momento, Manuel Fischer-Dieskau sabe extraer toda la sustancia que posee la música, su esencia, alcanzando cotas máximas de expresión artística. De ahí que contar con alguien de su nivel durante cuatro días resulta una tentación suprema, sobre todo para aquellos jóvenes intérpretes del cello que buscan evolucionar su sonido y técnica.