Cuando pronuncio el nombre de Nick Garrie lo primero que viene a mi mente es un teatro repleto, personas en pie, aplausos que encerraban una gran carga emocional, agradecimiento, pieles erizadas, sensaciones de puro placer, magnetismo, ovación.

Esa amalgama de percepciones tuvieron lugar en el Teatre Principal de Castelló, en 2011. Garrie acababa de ofrecer una de las actuaciones más increíbles que he tenido el privilegio de disfrutar en ese festival tan enigmático como es el Tanned Tin. El británico acababa de confirmarnos --a muchos de los que no éramos del todo conscientes-- porqué es una leyenda del pop-folk europeo.

La historia de Nick Garrie es una historia un tanto peculiar. Criado en Francia --pasó gran parte de su adolescencia en un internado francés--, siempre ha confesado que The Beatles fueron su “primer subidón pop”, aunque Jacques Brel y Charles Aznavour le marcaron considerablemente, al igual que Bob Dylan. Con apenas 20 años, en 1969, publicaría un primer disco que siempre ha considerado “maldito” pero que ha sido elevado a la categoría de mito. The Nightmare of J.B. Stanislas es un disco de culto, una rareza con ecos de Nick Drake, Leonard Cohen, Brassens o Moustaki. Sin embargo, Garrie nunca lo consideró del todo suyo. “Fue un álbum manejado por el productor, Eddie Vartan, hermano de la cantante Sylvie Vartan. Me colocó una orquesta de cincuenta y seis músicos en la que yo me sentía perdido”, confiesa en una entrevista a la prestigiosa revista Rockdeluxe. Pero esa no fue la única pega del disco; la maldición pronto hizo mella, porque poco tiempo después de publicarse, el dueño del sello discográfico se suicidó, lo que se tradujo en una casi nula distribución y publicidad. En otras palabras, el trabajo de Garrie parecía estar condenado, maldito, por él mismo y por las circunstancias que lo rodearon.

A la vista de tales acontecimientos, un Nick Garrie cabizbajo regresaría a sus estudios, abandonando el negocio de la música durante varios años hasta que en 1976 regresaría a la palestra bajo el alias de Nick Hamilton --apellido de soltera de su madre--. Sería entonces cuando publicaría Un Instant de Vie, una colaboración con Francis Lai; no obstante, esta reaparición fue momentánea, pues prefirió retirarse para gestionar una estación de esquí en los Alpes suizos. La fama se le escurría de los dedos, o eso creía él en aquel entonces.

ÉXITO SIN SORPRESA

Sin ser consciente, ajeno más bien, al éxito que poco a poco iba adquiriendo The Nightmare of J. B. Stanislas --por el que han llegado a pagarse cifras cercanas a los 1.200 euros-- en la década de los 80, conservando el nombre de Nick Hamilton llevó a cabo una nueva tentativa para hacerse un hueco en el panorama musical. Así, en 1984 publicaría Suitcase Man, grabado con Alun Davis --sideman habitual de Cat Stevens-- y Gerry Conway. De forma increíble, este trabajo encabezó las listas pop en España, llegando al número uno y permitiéndole ser telonero de Leonard Cohen en su gira española. Eso, añadido al culto que profesaban cada vez más y más adeptos en torno su primer álbum, sobre todo su tema Wheel of Fortune, supuso que su leyenda fuera in crescendo.

La poca información que se tenía de Nick Garrie también ayudó a crear múltiples historias sobre su figura. A día de hoy bromea sobre todo ello. “Hola, soy Nick Garrie y todavía sigo vivo”, dice en algunos conciertos, y luego ríe.

LA CONSOLIDACIÓN

A finales de 2005 el sello británico Rev-Ola volvió a reeditar The Nightmare of J. B. Stanislas. En esta ocasión, el éxito de crítica fue instantáneo y obtuvo gran repercusión mediática. En un visto y no visto, Garrie se convirtió en mito, en el célebre creador de “una joya de folk onírico”. Fue mucha la espera, pero ahora reconocía su voz y su guitarra en esa criatura maldita. Aunque suene pretencioso, podría decirse que Nick Garrie resucitó y lo hizo para demostrar por qué es uno de los estandartes del pop-folk europeo con más clase, tal y como demostró aquel 29 de enero de 2011 en el Tanned Tin.

Como si no hubiese pasado el tiempo ni para él ni para nosotros, Garrie vuelve a ofrecer directos intimistas en los que te noquea. Sus actuaciones son hipnóticas, cargadas de emoción y llena de matices extraordinarios, algo que podremos volver a disfrutar aquí en Castellón gracias al concierto que protagonizará el próximo martes, 18 de febrero, en un escenario que creo es ideal: el Casino Antiguo.

El cantautor británico será el encargado de inaugurar la nueva edición del ciclo Sons, otra de esas maravillosas criaturas que hacen de Castellón un punto clave dentro de la geografía de músicas independientes. De la mano del colectivo Sons y con el apoyo de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Castellón, seremos muy afortunados por gozar de la simpatía de Nick Garrie y la belleza de sus canciones, “auténticas gemas de pop atemporal con un sutil toque psicodélico”, como las han llegado a definir de forma totalmente acertada.

En una entrevista reciente Garrie confiesa que es “el mismo cantante que era, aunque mucho mejor”. Ahora es el momento de aprovecharse de ello.