Siete años después de que la mala gestión (hoy en día, bajo investigación judicial, gracias al impulso popular de Sentimiento Albinegro) condenase al Castellón a un descenso administrativo, los albinegros recuperan la categoría perdida. No es el ascenso más importante desde el punto de vista histórico para un club con 11 temporadas en Primera División, pero sí que sirve para escribir un punto y aparte. Y para que el fútbol le devuelva algo de lo mucho que le ha quitado.

La llegada de Capital Albinegro hace un año y la posterior de José Miguel Garrido no han convertido este play-off en el a vida o muerte con el que los albinegros han afrontado el resto de los veranos. Sin embargo, el espectacular año, en lo deportivo y lo social (récord de abonados en Tercera, con casi 13.000), corría el riesgo en diluirse si no se culminaba con el ascenso. Sobre todo porque desde la caída a Tercera División, el albinegrismo ha estado tan pendiente de lo que sucedía sobre el terreno de juego que en los despachos, con el corazón encogido permanentemente debido a la sempiterna espada de Damocles colgando sobre su futuro.

Lo que ha costado

Futbolísticamente hablando, al Castellón le ha costado cinco fases de ascensos (las últimas cuatro, disputadas consecutivamente). En 2015 y 2016 llegó a estar a 180 minutos de subir, pero ha habido que esperar a este 2018 para culminarlo.

Llegados a este punto, conviene tener muy en cuenta que el Castellón ha rozado su extinción muchas veces en esta larguísima travesía por la cuarta categoría del fútbol español, en la que nunca había militado (sí como tal, pero antes de que existiese la Segunda B). En 2011, a dos semanas del arranque liguero, no había entrenador, jugadores ni nada. Después, la sucesión de oportunistas y arribistas que aparecían por Castalia para arramblar con lo poco que ya quedaba.

Asomándose al abismo

La huelga de futbolistas de febrero del 2012, el vacío de poder de ese verano, la aprobación del convenio de acreedores, el solar que dejó David Cruz (con jugadores recurriendo a novias, familias, amigos o aficionados para poder comer)... El Castellón, de forma cíclica, era noticia, incluso en el ámbito nacional, por hechos que manchaban su historia, basada en la humildad que le hace presumir de las 11 temporadas en Primera, el subcampeonato copero de 1973 o haber tenido el privilegio de acoger a jugadores de la talla de Del Bosque, Racic, Basilio, Cela, Clares, Mendieta y tantos otros a lo largo de una ardua singladura camino de ser centenaria.

Por toda una generación

Estamos hablando del ascenso de toda una generación, al cumplirse 13 años del último. Este lunes, 25 de junio del 2018, ya pueden sentirse más contentos... pero no más orgullosos. Porque cuando todo el mundo lleva la camiseta del Real Madrid o del Barcelona, ellos optan por vestir de albinegro, en esos partidos de miércoles frente a Paiporta o Silla, acompañando a sus henchidos padres por esos campos de la Tercera valenciana, herederos de una tradición que se remonta al viejo Castalia y, aún antes, al Sequiol.

Sí, es solamente un ascenso a Segunda B, nada ver con celebrar un título, disputar una final o ganarse el pasaporte para la Liga de las Estrellas, pero es su ascenso. El primero de muchos de un club que ha roto por fin el maleficio de Castellnou2005 y todos los que han intentado hundir al Castellón, que hoy presume, más que nunca, de sus señas de identidad y de proclamar a los cuatro vientos, con más fuerza que nunca, el Pam, pam, orellut!