Corría el minuto 20 y Diego Costa ya había sacado de quicio a los centrales blancos con sus movimientos y su forma de fajarse en cada acción. Sergio Ramos no pudo más y en una carrera con el delantero le esperó, le miró de reojo y le soltó el brazo directamente a la cara. Todo eso sucedía delante del árbitro y dentro del área del Madrid. La acción era clara: penalti y expulsión del madridista, que además ya había visto la primera amarilla a los tres minutos. Pues nada de eso. Fernández Borbalán liquidó la jugada con una amarilla al jugador rayista por protestar. Luego, Pepe, vio vía libre y desarrolló su reperterio.