Escuchaba ayer una entrevista a Bojan Krkic en Onda Cero. El periodista le preguntaba, con intención, al viajero delantero exazulgrana por cómo se vivía el fútbol y por el ambiente en los estadios de la Premier League. El futbolista contestó que con mucha pasión, pero destacó que cada afición animaba a su equipo y era muy respetuosa siempre con el rival. En España tenemos que acabar también con esa especie de sensación de que en un campo de fútbol está permitido el insulto. Pues no, para insultar, fomentar la violencia o actuar con ella no existe bula ni en la calle, ni el cine ni en ningún sitio y menos en un recinto deportivo porque te arriesgas a una fuerte sanción o incluso a una pena de cárcel según la gravedad. Lo mismo que para quienes escondidos bajo el anonimato de una red social aprovechan para sacar lo peor de sí mismos pero también ya están siendo desenmascarados por las unidades de delitos informáticos y se han producido varias detenciones por la policía.

La campaña que ha puesto en marcha la Liga de Fútbol Profesional, con el apoyo de las autoridades, es una iniciativa que va a colaborar a erradicar la violencia en el deporte. En todo el país se han empezado a castigar con fuertes sanciones tanto a los clubs que dan cobijo a grupos radicales, como de forma individual a aquellos que desatan sus iras con insultos o amenazas.

Como modelo de civismo y un buen comportamiento tengo que poner hoy a la afición del CD Castellón en el partido de ayer contra el segundo filial del Villarreal. Es normal que entre dos poblaciones que apenas están separadas por 5 kilómetros pueda existir una rivalidad deportiva, pero nunca esta puede, ni debe, rebasar los límites normales más allá de de que unos u otros apoyen con pasión a su equipo.

Responsabilidad de cada cual, sea periodista, directivo o aficionado de a pie es fomentar la buena convivencia entre aficionados del Castellón o el Villarreal. No es tan difícil y en esa labor quien suscribe lleva trabajando muchísimo tiempo, en ocasiones con disgustos, en otras con alegrías porque en el camino he encontrado a buena gente, y siempre con la conciencia tranquila de haber hecho lo correcto en esa tarea, desde el respeto a unos y otros.

Por ello, entiendo rivalidades pero nunca insultos ni violencia. No me gustó la pancarta con la que amaneció una rotonda de la entrada a la capital, que no insultaba cierto es, pero que no fomentaba nada positivo. Me disgustó, igual que cuando escuchaba a un grupo de una de las esquinas del Madrigal proferir gritos contra el Castellón o también cuando en Castalia se hacia lo propio con el Villarreal desde un sector.

Pero me llené de satisfacción con el buen partido de fútbol del que disfrutó ayer Castalia, con una afición entregada con su equipo incondicionalmente, pero de la que no salieron ni insultos ni ningún cántico ofensivo contra el Villarreal C. Una enorme alegría y un ejemplo a seguir. Tanto como la gran afluencia de público a un partido de 3ª División con 7.000 espectadores, una entrada superior a muchos campos de Segunda División e, incluso, a algún estadio de Primera. Fútbol y fútbol es el lema de Calderé, ajeno a cualquier otra cosa que no sea eso. Es cierto también que el club se juega su futuro fuera de los despachos, pero eso lo dejaremos para otro día. Castalia rindió homenaje al fútbol como deporte y el Castellón es líder. Enhorabuena. H