Precocidad es una buena palabra para definir a Andrés Fernández Sospedra, cuyos juguetes preferidos son las piezas de ajedrez. Con solo cinco años deslumbró a los participantes en el I Campus d’Escacs Alcalà-Alcossebre, organizado en enero por el Club d’Escacs d’Alcalà de Xivert.

Algunos incluso creyeron ver la semilla de un nuevo Fischer del ajedrez, y apuntan que si el pequeño fuera ruso, ya estaría en una escuela para superdotados, jugando ajedrez y estudiando con una cuantiosa beca.

Pero no será por falta de apoyos, ya que el club de ajedrez de Alcalà y el Ayuntamiento están dispuestos a brindarle todos los medios para que no le falten entrenamiento ni competición oficial.

A juicio de José Luis Barreda, presidente del citado club, Andrés es “espabilado, pícaro, muy sensato para su edad y metódico”. Todo ello, “de manera innata, dada su juventud, que es donde reside su mayor virtud”.

inicios

El niño descubrió el ajedrez con 4 años gracias al tablero que había en su casa y al programa informático ‘Pequeño Fritz’, pensado para iniciar a los más jóvenes en este deporte. El I Campus d’Escacs supuso su debut en un torneo y resultó evidente que el chaval ‘tiene tablero’, según el argot ajedrecístico, ya que ganó 2,5 de 4 puntos posibles, pese a jugar con rivales de 12 años y ser el benjamín de la competición.

Desde entonces viene participando en el curso de ajedrez impulsado por el club de Alcalà y el consistorio, con el fin de seguir perfeccionando su prometedor ajedrez y prepararse para empezar a competir. Si Andrés mantiene su proyección, en unos años tal vez sea habitual citarle en cualquier tertulia de ajedrez, como referente de virtuosismo en este deporte. H