Arsène Wenger, después de dos años especialmente duros y 14 sin levantar la Premier, ha dicho adiós al Arsenal. Quizá ha llegado demasiado tarde, pero el Arsenal ya era más casa de Wenger que de muchos quiénes le querían echar, así que era él quien debía tomar la última palabra. El francés deja a un club transformado: moderno, con un estilo alegre, un nuevo estadio, una economía potente y una plantilla también prometedora. Ganó 3 ligas, 7 Copas y se quedó sin trofeos en Europa. Su recuerdo más brillante, Los Invencibles, que sumaron 42 partidos de liga sin perder.

«Tras una cuidadosa consideración, creo que es el momento indicado para dejar el cargo». El comunicado de Wenger es directo y escueto. Deja espacio al hincha para asumir el dolor que significa su marcha tras 22 años en el club, incluso para los que deseaban este momento.