Se acabó la Copa del Rey para el Castellón. Un torneo en el que habían depositadas muchas esperanzas, por la posibilidad de codearse con un rival de Champions o Europa League y el impacto económico que lleva aparejado. No obstante, la aventura llegó a su fin en Calahorra, donde los locales certificaron la superioridad con el doblete de Ubis, materializado al final del primer tiempo y el inicio del segundo.

En La Planilla, bajo la atenta mirada de José Miguel Garrido, Escobar salió con siete hombres de refresco en el once respecto al que venía de empatar frente al Villarreal B. Campos, Rubén García, Regalón y Satrústegui fueron los únicos que repetían en un equipo que mantuvo el equilibrio en el arranque del encuentro, todavía lejos de las apreturas a las que iba a ser sometido.

El Calahorra, que ha perdido solamente un partido de los últimos 44 que ha disputado, fue poco a poco apretando el acelerador hasta que, pasado el ecuador del primer tiempo, comenzó a dar trabajo, y del bueno, al meta albinegro, casi siempre con protagonismo del habilidoso Txomin.

Después de tres avisos de consideración, cuando el Castellón abrazaba la posibilidad de mantener el 0-0 en el descanso, Ubis aparecía para enviar el balón a las mallas, en una jugada con participación del 11 rojillo.

Lo único que cambió en el intermedio, fue la entrada de Delgado en detrimento de Luismi (45 minutos más, después de su larguísimo periodo de inactividad). Porque, al tercer minuto de la reanudación, otra vez Ubis golpeaba a los orelluts, esta vez ya de una forma definitiva.

El Castellón no tuvo una feroz reacción, similar, por ejemplo, a la que el pasado domingo mostró con el madrugador 0-1. Por momentos, La Planilla veía más cerca el 3-0 que el 2-1, que hubiese hecho temer por el desenlace de la eliminatoria. Escobar metió a Hicham, autor de los goles frente al Conquense y Villarreal B. El murciano, esta vez, no estuvo tocado por esa varita mágica.

El Castellón se vino más arriba en los compases finales, cuando Escobar ya había hecho debutar a Sergi Montoliu, pero todo el pescado ya estaba vendido. No hubo ni que agarrarse a un 2-1.

Otra decepción que no ayuda al ilusionado entorno, pero tampoco en el crecimiento de un equipo que el domingo, en su visita al Espanyol B, afrontará una especie de final, si no quiere impacientar todavía más a su afición.