La salida en camilla de Diego López tras sufrir un durísimo golpe en la cara en un choque con Sadiku será sin duda lo más recordado de las tablas firmadas ayer por Levante y Espanyol en el Ciutat de València. Y eso que el signo del partido varió en el tiempo añadido, con un gol de Baptistao en el minuto 91 que igualaba el tanto de penalti (tan riguroso como absurdo) de Morales.

Pero el conjunto blanquiazul, que llegaba eufórico tras la victoria sobre el Madrid, volvió a ofrecer su cara más gris, solo matizada en la comparación con el rival, un Levante que tendrá complicada la permanencia.

A punto estuvieron los pericos de hacer buena su fama de equipo aspirina. El Levante, que llevaba 14 partidos sin ganar, entró en el tiempo añadido con los tres puntos en el zurrón, aunque una buena acción de Jurado en el área granota permitió a Baptistao empatar y sentenciar a Juan Ramón López Muñiz, destituido dos horas después de acabar el partido.

«Hemos anulado del todo a un rival que tiene más de lo que parece», ensalzó el técnico visitante, Quique Sánchez Flores. El punto no sirve de mucho a un Espanyol que encadena seis jornadas invicto sin que eso suponga un impulso en la clasificación, puesto que cinco de esos resultados han sido empates, y les aleja de Europa.