El Barça sacó un punto de caraja en una matinal dominguera que se tomó tal cual, como si hubiera ido al Villamarín a hacer el vermut. Pero las tapas se las zampó el Betis, con una buena ristra de finitos de por medio que dejaron al Barça tan aturdido que no reaccionó hasta el final. Era ya tarde, los azulgranas se dejaban dos puntos y el poco capital de buen juego y sensaciones positivas de las últimas jornadas.

La imagen de lo que sucedía en el campo la dio Luis Enrique. Se giró cabreado como una mona y se dirigió decidido hacia el banquillo mientras se quitaba la chaqueta de mala manera para tirarla en su asiento. Era el minuto 22, Rakitic acababa de regalar otra pelota y al técnico no le gustaba nada lo que veía. Sí, pésima fue la primera parte del Barça porque nadie estuvo a la altura. Excepto Messi, el único que, como siempre, aportó algo de luz a la absoluta oscuridad culé.

Nada mejoró en la reanudación. Los de Luis Enrique deambulaban como alma en pena y el Betis creía con toda su fe. Por dos veces estuvo a punto de materializarse el milagro, pero el travesaño (a tiro de Ceballos) y el palo con Rubén Castro de protagonista, evitaron lo que ya era imposible impedir. Y llegó el premio para los vediblancos, con un remate de Alegría tras un córner (1-0). Y entonces todo fueron prisas. Llegó el empate, casi de inmediato, pero el línier no vio que el tiro de Alba había entrado casi medio metro. Se desperezó el Barça y empató con el único tiro de Luis Suárez entre palos tras un pase, cómo no, de Leo Messi.