Al Barça todavía le dura el mosqueo por el arbitraje en San Mamés. Pese a la importancia que tiene para los azulgranas la visita al Madrigal, aún colea un partido de Copa marcado por la polémica. Terminó la primera parte en Bilbao y Messi no se movía del césped. La estrella estaba indignada, pero, a la vez, y aunque parezca mentira, tenía un aire tranquilo. Esperó incluso a que Neymar, más expresivo en sus emociones, terminara con sus quejas al colegiado Fernández Borbalán, autor intelectual de una jugada que se recordará siempre. Un penalti como una catedral de Etxeita al brasileño que todos vieron, menos él. Por eso, Messi se tomó su tiempo antes de encararse con el árbitro, quien aguantó la furia de Leo sin rechistar.

Estaba el equipo lleno de ira al sentirse ninguneado por los árbitros unido a la dosis de tensión que vive justo en el inicio de un 2017 que marcará sus próximos objetivos. Tanto en la Copa, con el 2-0 del Athletic en dos minutos caóticos donde estuvo al borde del precipicio, como en la Liga, donde la visita al Madrigal para enfrentarse al Villarreal, cuarto clasificado, definirá sus constantes vitales en el campeonato. Un error más daría alas al Madrid, que camina instalado en el paraíso de la felicidad que le proporciona Zidane. Por eso, resulta fundamental para los azulgranas ganar en casa de uno de los mejores equipos del campeonato para lanzar un mensaje de confianza.

El Barça, mientras, no acaba de encontrar la estabilidad que necesita en este irregular inicio de temporada. En sus 27 partidos oficiales, el equipo de Luis Enrique ha sumado 18 victorias, pero solo ha sido capaz de establecer dos rachas de cuatro consecutivas. Ha perdido ya cuatro encuentros: Alavés y Celta en la Liga, City en la Champions y Athletic en la Copa, la primera de la era de Luis Enrique en los dos últimos años y medio. El problema real son que cuatro de los cinco empates de este curso han llegado en la Liga (Atlético, Málaga, Real Sociedad y Madrid) penalizando, y mucho, al Barça. Ha ido cediendo puntos (nueve han volado ya del Camp Nou) de tal manera que le obliga a no desfallecer ahora.

Luis Enrique, consciente de esos problemas, que se detectaron en una deficiente primera parte en San Mamés, trabaja en esa dirección. De ahí que, y a diferencia de Zidane en el Madrid, usara a toda las vacas sagradas en el primer duelo con el Athletic. Umtiti fue el único fichaje de esta temporada que se coló ahí, la prueba más que evidente de que el resto del fondo de armario (Digné, André Gomes, Alcácer y Denis) no están preparados para las grandes batallas.

Con las mismas armas, el once de gala, se asomará Luis Enrique al Madrigal, un estadio extremadamente exigente como demuestra la ajustada victoria de su Barça en la primera temporada (0-1, gol de Sandro en la 14-15) y el empate de la pasada (2-2 en la 15-16).