Algo así como una «fuerza sobrenatural» dice Kroos que adquiere el Madrid cuando se pone el traje de la Champions. Algo de verdad tiene que haber en eso cuando el equipo blanco está ante la posibilidad de alcanzar su cuarta final en cinco años y, si da ese paso, de sumar su tercer título consecutivo, algo que no ha conseguido nadie desde que lo hiciera precisamente el Bayern en la década de los setenta, con el anterior formato de competición.

Pero antes de la final hay que pasar las semifinales y en Múnich espera un Bayern con el ánimo ardiente y las armas más a punto que nunca para cobrarse múltiples facturas aplazadas, la última en los cuartos de final del curso pasado. Lo encabeza, además, Heynckes, con cuentas pendientes que se remontan a una década, cuando no le dejaron saborear la Copa de Europa blanca de 1998 y que ha sido capaz de recomponer al campeón alemán, hasta el punto de estar en situación de reeditar el triplete con el que ya se despidió en el 2013 para dejar sitio a Guardiola.

Zidane tiene claro que nadie se va a achicar. «Puede pasar de todo, pero no nos cagamos en los pantalones. Para nosotros no existe eso. Nos gusta jugar estos partidos, disfrutamos con ellos», recalcó el entrenador justo antes de dirigir en el Allianz Arena el último entrenamiento de preparación para el partido.

«No tengo duda de que vamos a estar al 150%», dijo el técnico madridista. Es de esperar en el caso de Ronaldo, máximo goleador de la competición (11 tantos), y la mayor parte de sus compañeros, pero no tanto en el de Benzema, la gran duda en la alineación que pondrá en juego Zidane. El delantero francés no pasa de nueve goles en todas las competiciones y puede verse relegado al banquillo, lo mismo que Bale, en beneficio de Asensio o Lucas. Heynckes, por su parte, solo tiene la duda de Alaba, que no pudo acabar el entrenamiento de ayer.